miércoles, 28 de junio de 2023

Iter criminis

Tenía las manos situadas delante. Mi espíritu era el director de la obra. A ritmo de El Ingeniero, cantaba: ¡Exacto, salgo a la tarima y causo impacto, salgo intacto de la batalla...!

Mis manos enérgicas lanzando rayos a los árboles, haciendo honor a los versos, mientras el camino iba abriéndose paso, cuando de golpe, se produjo el encuentro. Bajaba de lo alto un hombre montado en una bicicleta, a una alta velocidad. Me hice a un lado para dejarle pasar, se fue acercando por el otro lateral, redujo ligeramente la velocidad y entonces procedimos a saludarnos como se saluda en esas condiciones. Ambos hicimos el mismo saludo. 

Vestía para la ocasión. Venía de hacerlo. Llevaba una braga de color verde latino que le cubría toda la parte inferior del rostro, la barbilla, las orejas y el cuello. Los ojos los tenía cubiertos de unas gafas de sol. Todo su pelo estaba cubierto. Iba con chándal, no se le podía reconocer en absoluto.

Pero ambos nos saludamos y sabemos quiénes somos. Al menos, sabemos de dónde venimos. O, mejor dicho: los dos sabíamos que no éramos de allí.


sábado, 17 de junio de 2023

Ay... querido diario

Vivir de las experiencias, servirse a ellas. ¿Qué más podemos pedir, nosotros, los olvidados? Desde que fuimos apartados de ese lugar llamado mundo, somos lo que debemos. Vamos hacia donde podemos reencontrarnos. Donde solamente podemos ser. Porque tenemos un destino que cumplir [aunque dicha causalidad sea aquí traída a colación de forma literaria], somos ese mismo destino, que, paradójicamente, no es otro que el que debe de ser. 


Para los que se preguntan: ¿qué sentido tiene vivir en un mundo como este? Respondemos: el sentido de preguntarnos acerca del sentido. A la antigua usanza [pues el tiempo corre cual caballo de carreras], a la heideggeriana. La pregunta por el ser a través de la pregunta por el sentido del ser. No somos los auxiliares de la verdad. Somos la verdad en sí misma. 


Para los que no se preguntan: ¿qué sentido tiene vivir en un mundo como este? Respondemos: en ese mismo silencio nos encontramos, igual que ellos. La única diferencia entre ellos y nosotros es la siguiente: su silencio es impuesto, el nuestro es fenómeno, es acontecimiento. Cuestionarse acerca del sentido es un acto de valentía, no cuestionarse podría significar un acto de cobardía... ¡Díganme si todos los que no se preguntan es porque no se han encontrado con la pregunta! ¡Cobardes! ¡Han decidido no querer preguntarse nada! ¡Tienen miedo a las respuestas!


Qué es más útil para nosotros: ¿no saber, saber, no querer saber, o querer saber? Ay... querido diario. Pareciera haber demasiada mala hierba cubriendo los ríos. ¡Cuántos arbustos han crecido últimamente en estos caminos! Apenas había un par de malezas alrededor del agua. Ahora está todo lleno de plantas, florecen las semillas muertas. ¿Dónde están los robles antiguos? Esos grandes troncos protectores del monte, aseguradores de la fuerza natural. Ay... querido diario. Que hasta los montes ya no quieren tampoco...


***


Qué valor tienen las respuestas mudas, ¿si no el valor que les entrega su naturaleza andante como interrogantes? Para qué evitar hablar, pudiendo ser mudo... ¡Para qué vivir esta vida sin ganas de querer vivirla! ¡Moríos todos! ¡Tiraos por el barranco! Al menos no contaminaréis a los espíritus vivos, a los niños hombres, a las mujeres grandes, a las grandes madres... Hacia adelante siempre, nunca ocultarse, nunca encontrar, si es necesario, pero siempre buscar y querer encontrar; prepararse para el combate cuando se termina la batalla, llegue o no, sea o no, ¡qué valor tienen las cosas que no se preguntan, sino como cosas todavía no preguntadas!


Ay... querido diario. Que escucho de fondo la voz el profesor de filología en las clases de madera, en esa Basel Universität... que lo estoy oyendo ahora mismo

 

sábado, 10 de junio de 2023

Alguien desnudo bajando por el bosque

Qué dicha escuchar el arroyo atravesar el monte. ¡Ese es el último de todos los pasos! Los mensajes que ofrece el monte. Los oídos adecuados para las palabras justas. 

Hoy me crucé en lo alto de la montaña con un hombre que bajaba desnudo por el camino. Nos cruzamos un "Hallo" para seguir la tradición de los saludos entre los viajeros, pues pocos suelen frecuentar esos lugares [es de las pocas tradiciones sociales que todavía me gustan]. Aunque también te digo: no todo el mundo me saluda. He visto que algunos alemanes, hombres, evitan el contacto visual con el hombre de piel oscura que baja con contundencia por las laderas, con un ritmo bastante elevado, debido al entrenamiento, con pelo largo y barba densa. ¿Será por una cuestión de miedo social? 

Bueno, pues eso: me encontré a un hombre bajando la cuesta completamente desnudo. Le saludé. En el saludo noté su alegría por mi presencia y mi naturalidad, al no sobresaltarme por su falta de vestimenta. ¡Me imagino cómo habrían reaccionado caminantes ahogados por la sociedad! ¡Ellos van al monte a "hacer actividades familiares" y terminan viendo un hombre desnudo! Con la represión sexual que suele existir en las sociedades, me habría partido de risa si hubiera visto esa escena. Ojalá hubiera ocurrido [me parto]. Pero no, ese es mi monte, he visto ocasionalmente a pastores alemanes con sus perros, a parejas buscando sitio para intimar, he tenido arañas por mi cuerpo, serpientes... ¡cómo no va a ser mi monte! Tengo hasta descubiertas algunas zonas colindantes a los caminos señalizados que podrían servir de refugio para cuando ocurra el principio del fin. Pues eso, frecuento todo tipo de lugares profundos, me subo a las rocas altas, corro por laderas [abrazando los precipicios]. ¡Cómo no voy a saludar a alguien que pasea con naturalidad mostrando su cuerpo! 

Otra cosa es que me saluden o les note el miedo en sus ojos. Pero ese no fue el caso, el hombre me sonrió contento. Pero yo siempre estoy al tanto cuando estoy en mi estado natural. Si hay alguna circunstancia anómala a punto de suceder, ya la tengo prevista [ya hay un movimiento planeado]. La vivencia de la situación del estado de alerta es una de las prácticas más saludables para nuestra vida. Pero hablemos brevemente sobre este fenómeno, me interesa poner el foco en el hombre. 

El hecho de ir desnudo por una zona que todavía es transitable, que se encuentra relativamente cerca de la población rural, muestra algún grado de excepcionalidad. Pensaría de una forma distinta si el escenario fuese una jungla poderosa asiática, o bien una selva colombiana. En ese tipo de escenarios es probable que existan comunidades alejadas de la sociedad, dedicadas a prácticas desconocidas, tales como desnudos grupales. En ese tipo de escenarios, el hombre caminante vestido de chándal [es decir, el Peregrino Fiel] seguramente sería el excéntrico, en lugar del hombre caminante desnudo. Pero seamos sinceros. Ese no es el caso de los pueblos sureños de Alemania. Así que estuve pensando en dos posibles escenarios: o bien se trataba de una práctica de liberación personal [o demostración de predisposición sexual], o bien se trataba de una persona en proceso de desinhibición y/o rebeldía para con la sociedad. En el primer caso, me habría cruzado con alguien que pone en cuestión sus límites. En el segundo caso, podría ser una persona atormentada, predispuesta a iniciar un conflicto con los humanos "sociales". Creo que este último caso es poco probable, pues noté cómo se alegraba al ver mi saludo natural. 

Ahora bien, con mi lenguaje corporal le dejé claras las distancias, por si pretendía algún acercamiento sexual. Le dije, sin palabras: "No me atraen los hombres, señor".

Después del saludo, seguí con mi travesía, rapeando el disco de Siempre Fuertes de SFDK. Esa es mi percepción de la naturaleza de los bosques. Alguna serpiente me crucé por el camino, algunas abejas se posaron en mis brazos, y, ahora, justo después de ducharme, tenía una araña muy pequeñita enredada en el pelo. Por cierto, ya el moño se me queda corto para organizar la melena, a ver si algún día me inclino por los turbantes [pero dan mucho calor...]. En fin, he dejado la araña en otro sitio para que continue con su travesía. De hecho, esta actitud de respeto con la naturaleza frondosa se encuentra profundamente arraigada en mis acciones diarias.

Por ejemplo, en un momento del camino, cuando quería reposar en la sombra, encima de unos troncos, decidí continuar y no pararme a reposar. ¿Sabes por qué? Porque allí donde podía apoyar mis pies para saltar encima de los troncos había hormigas, arañas, insectos... si lo hubiese llevado a cabo, algunos animales habrían muerto por mi "cabezonería" de sentarme en los troncos. Cada vez me encuentro más conectado con los montes, me gusta cruzar las cuestas por las zonas más difíciles, pues me permiten conocer lo que hay más allá del camino; en lugar de continuar los caminos humanos, y quizás por ese motivo, estoy más sensibilizado con el entorno [debo decir que no es un acto de sensibilidad de corte racional, no hay reflexión en ese proceso, hay una unidad con el monte que me conduce a tener ese "ritmo" de avance y reposo en los diferentes tramos, que podríamos perfectamente denotar con el título "prudencia"; aunque no se trate de prudencia, algo así como una actitud prudente estoy teniendo, cuando estoy prefiriendo no descansar para no asesinar a los habitantes del monte].

Pues igual que intento estar en armonía con el bosque [digo intento porque esa es mi predisposición], también me gusta encontrarme con situaciones inesperadas. Pero claro... no todo el mundo quiere subir 10-15 km de cuestas altas, de monte puro, de Schwarzwald. Seguramente por eso no me suelo cruzar con personas en ese tipo de ambientes. Creo que si subes a esos sitios, ya es porque tienes algún tipo de conexión con la naturaleza. Y me tomo la licencia de ir más allá: si bosques tan bonitos, tan poderosos, naturales, fuertes, acogedores, no suelen acoger a seres humanos, es precisamente porque los seres humanos que viven en los alrededores están todos en ese estado de "reposo" o "desconexión" permanentes. ¿Cada cuál tiene su camino en el destino, verdad?


Bon voyage

Was machen Sie hier? Bon voyage ! Wollten Sie nicht das Leben im höchsten Sinne erleben und erfahren, was die unverständlichen Worte aus den...