I
¿Os da miedo la muerte? ¿Sufrís por lo que llegará? Sois unos cobardes. La vida golpea fuerte, la muerte no golpea. Pero no temáis a la muerte, ni a la vida. Golpear más fuerte que ella, dedicar la vida entera a fortalecer vuestro espíritu.
II
Volver a la raíz no significa retroceder, ni anteponer el pasado al presente, nada de eso. Volver a la raíz no es un ir-hacia-atrás, no es ningún retroceso. Volver a la raíz significa volver a enfocar la mirada, volver a reducir el vasto campo de visión, a lo que el espíritu dicta. En el volver está la voluntad, que llama, que interpela, que nos obliga a responder. Esa obligación es la única meta y el único camino. Todo lo demás: humo. Y todo humo sube hacia el cielo...
III
Miro cómo se deshacen los viejos espíritus de mi alrededor y cada vez me alejo más. Mi lucha es contra ellos, desde la distancia. La guerra ya dejó de ser cuerpo a cuerpo, lo próximo ya no es lo cercano, lo cercano dejó de serlo hace ya mucho tiempo. Miro como os deshacéis poco a poco en la amargura y el peso de la vida se os echa encima. Tomar distancia es lo único que me salva. Y luego, desde la distancia, saber apuntar y disparar. No hay nada más peligroso que un soldado capaz de hacer cualquier en la distancia. Pues así nos dominan, haciéndonos soldados y pobres. Ellos están en la distancia, en lo invisible, nosotros ya hemos dejado de ser para ellos, hemos dejado de ser-en-el-mundo, ya no somos un ser-para-la-muerte, sino ser-en-la-distancia...
IV
No me ahogo con un vaso de agua. Ni con dos, ni con tres. Ponme los que quieras. Hasta el último suspiro haré de mi voluntad mi sacrificio. Dios ya fue asesinado. Ahora ha sido asesinado el hombre. No ha llegado el Übermensch. ¡Ahora el enemigo es invisible! «Nosotros mismos para con nosotros mismos», una solución aterradora. ¿Qué otra cosa es el terremoto sino terror en movimiento? ¡Nos mueven con terror y lo llaman terrorismo! Nunca fuimos inteligentes. La inteligencia es cosa de los espíritus redentores, no de nosotros. Hemos caído en sus redes sociales, hemos asesinado nuestra intimidad, hemos puesto el bozal a nuestra propia boca, ahora sólo nos faltan las cuerdas, en el cuello y las muñecas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario