No titubees, pues, ¡oh libro! cumple tu destino,
Tú que no eres sólo un recuerdo de la tierra;
Tú que también eres como una barca solitaria, hendiendo
el espacio, hacia un fin que ignoro, y no obstante llena de fe.
Navega tú también en conserva, con cada navío que navega
Llévales mis cariños (para vosotros, queridos marineros, los
he encerrado en cada una de estas hojas);
¡Marcha bien, libro mío! Despliega tus blancas velas, mi
pequeña barca, sobre las ondas imperiosas,
Prosigue tu cántico y tu marcha, lleva de mi parte,
Sobre el gran azul ilimitado de los mares,
Este canto, para todos los marineros, y para todas sus naves.
No hay comentarios:
Publicar un comentario