Ahora mismo estoy sentado en el tren rumbo a Sant Vicent de Calders, con el movil en mis manos y con el patín apoyado en el asiento de delante. El asiento es un poco incómodo, pero como estoy a gusto no le doy importancia, prefiero observar lo que me rodea, la gente aburrida, el cielo nublado y las paradas casi desiertas. Estoy disfrutando del viaje intentando no pensar en nada que no pueda ver ahora mismo con mis propios ojos, centro toda mi atención en los paisajes y en el cielo, de modo que solamente estamos yo y el mundo, o mejor dicho, el mundo y yo. Poder apreciar estas pequeñas cosas es algo maravilloso, me encanta poder hacer de un viaje una aventura, y adoro poder transformar la espera en algo útil, un escrito en este caso. También valoro poder tener ahora mismo este pequeño teclado a mano que me sirve de puente para llegar a ti.
Al fin y al cabo, lo realmente importante de un viaje no es el destino, ni es la compañía, eso tan solo son factores de los que podemos prescindir sin ningún problema; lo verdaderamente valioso de un viaje es disfrutar de cada parada, de manera que cuando estás llegando a tu destino, no sientes la satisfacción de haber llegado, sino el placer de haber viajado.
Al fin y al cabo, lo realmente importante de un viaje no es el destino, ni es la compañía, eso tan solo son factores de los que podemos prescindir sin ningún problema; lo verdaderamente valioso de un viaje es disfrutar de cada parada, de manera que cuando estás llegando a tu destino, no sientes la satisfacción de haber llegado, sino el placer de haber viajado.
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