¿Quién no se ha despedido nunca? Decir adiós y confiar en el devenir. Pararse bajo el movimiento imparable de la noria y creer que no caerá encima. Que todo está controlado y que todavía no es el momento de marchar. ¿Acaso no nos despedimos constantemente del miedo? La despedida eterna nunca llega. Y aunque quisiéramos mirarnos con otros ojos nunca tendremos en nuestras manos todos los espejos del mundo. No podemos escapar de nosotros mismos. Una verdad inamovible que todo lo atraviesa. Absolutamente imparable y portadora de la fuerza de Dios. Nos definimos por el tiempo que seamos capaces de soportar esa verdad. Cuanto más la puedas sostener más fuerte te harás y mayor será el campo de visión. A la vida de la eterna altitud nunca llegaremos siendo humanos. Hace tiempo que nuestra especie se ha extinguido. Así que te lanzo la pregunta: ¿cuando te convertirás en un verdadero halcón?
Cuando te ves ardiendo entre llamas y el grito del llanto convoca a las alturas. Allí solo acuden los invitados. Entre ellos, ahí estaba, I.N.: Identidad Naciente.
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